Antes que nada, tenemos que darle el lugar que verdaderamente posee la autoestima en nuestras vida, ya que allá a fuera se pude escuchar mucho al respecto y darnos hasta “tips” para “fortalecerla” o “aumentarla”, lo cual, caen por completo en saco roto o sólo nos sirven como un paliativo para unos cuantos días hasta que nos volvamos a desplomar.
La autoestima es uno de los principales elementos jugados en nuestra estabilidad emocional, la onda expansiva alcanza las demás áreas de nuestra vida, el cómo leemos y nos relacionamos con nuestro medio, la calidad y duración de nuestros vínculos, la elección de pareja que hacemos, el cómo vemos nuestra propia imagen corporal, nuestro desempeño laboral, nuestra seguridad escolar, el poder reconocernos objetivamente con dones y límites… a final de cuentas ese amor propio determinará en gran medida la calidad de vida que tengamos y a su vez la autoestima dependerá de nuestra estabilidad emocional, de cómo se fue estructurando nuestro mundo afectivo, de las marcas que a lo largo de nuestra historia de vida se fueron imprimiendo en nuestro inconsciente y mientras neguemos que existe esa huella o no busquemos atendernos, la merma en nuestro funcionamiento seguirá.
Es cierto que hay diferentes grados de autoestima desde una baja hasta una exagerada, donde a final de cuentas los polos implican que vamos a padecer una serie de síntomas que nos provocarán - de forma consciente o no - padecer.
Si hablamos de “grados” de autoestima encontraremos desde una baja y constante, baja y con fluctuaciones, alta constante, alta con fluctuaciones y una verdaderamente desproporcionada.
De la alta y constante, habrá en esta ocasión poco qué decir, solamente que quienes la poseen logran un desenvolvimiento seguro, abierto y positivo en su vida, logrando establecer vínculos y sostenerlos de formas más sanas al ser capaces de poner límites a tiempo, eligiendo por convicción y no por necesidad. No van por la vida en “modo defensivo”, sino que están más seguros de sí mismos.
En cuestión de las variantes de baja autoestima, como una constante de vida o con fluctuaciones, experimentan temor al error, no procuran su imagen, se devalúan y su lectura del mundo es como si fuera una experiencia abrumadora, al dudar de sí mismos será más complicado que puedan sostener su palabra y/o defender su postura. En este escenario, la indecisión será uno de los principales participantes del juego.
La diferencia entre una constante baja autoestima y una con fluctuaciones es que la primera encierra el riesgo latente a la depresión, al estancarse por creer que no merece nada y debido a los severos conflictos inconscientes puede estar albergando creencias erróneas sobre su persona, el mundo, sus capacidades y hasta sus logros terminar por ser reducidos a la construcción de una certeza de que el azar o la suerte fueron las que lo permitieron.
Por otro lado, con una baja autoestima fluctuante, el riesgo es hacer del otro ese "barómetro afectivo" donde si ese otro está bien el sujeto que padece este funcionamiento también; el riesgo es la dependencia emocional, la búsqueda de aprobación y la oscilación estará sostenida en base a los estímulos provenientes del exterior.
En cuestión de una autoestima exagerada, quizás bordeando más en la frontera con el narcisismo, el otro no cuenta, no hay una preocupación auténtica por los demás y lo único que vale es él mismo.
Existe una incapacidad para tolerar las opiniones, una dificultad para hacerse responsables de sus acciones y decisiones, más aún si se leen a sí mismos perfectos y los errores o problemas creen que son causados por el exterior, llevándolos al extremo de devaluar a los demás. Así mismo, la profunda herida que yace en el inconsciente, los lleva paradójicamente sin darse cuenta a debatirse una y mil veces en búsqueda de demostrar que son suficientes, que tiene un valor.
Este sólo es un panorama breve y general de lo que detrás de los problemas de autoestima podemos encontrar, por ello es crucial ante cualquiera de los diferentes opciones en que podemos padecer al respecto, busquemos alternativas no paliativas (tips, consejos de autoayuda), sino alternativas resolutivas que, primero nos ayuden a darle el lugar que en verdad posee nuestro psiquismo, es decir nuestro mundo afectivo para lograr develar el origen inconsciente de nuestros problemas, para no conformarnos con sentirnos “bien”, sino para alcanzar a construir una vida plena y libre, donde al ser conscientes de la forma en la que hemos venido participando de lo que nos ha hecho sufrir luego de deconstruir nuestra propia historia de vida, ahora sí seamos capaces de reinventarnos sin el riesgo a caer en fábulas o imposturas. Todo lo contrario, donde podamos erigirnos como los verdaderos escribas de nuestra historia.
Atiéndete a tiempo… Da Click Aquí
Comments